Siempre buscamos y en
ocasiones encontramos algún día bueno de pesca. En nuestros pensamientos y
sueños existe ese día que todo sale bien, acertamos con el sitio, no hay nadie
más pescando, el río baja perfecto y las truchas se ponen como locas.
Es cierto que cada
vez cuesta más que esos días lleguen, en ocasiones pienso que si hace 10 años hubiera
tenido los conocimientos de ahora y las moscas de ahora habría pasado muchas
más jornadas fantásticas. Pero todo eso no es más que el ciclo de la vida,
también esta la lectura de que todo aquello me sirvió para aprender y ahora
saber un poquito más, y me quedo con esto último.
Los días buenos
siguen llegando, quizás su escasez hacen que se saboreen más. Que se te dibuje
más esa risilla tonta. Que cuándo llegues al coche tengas que ajustar todos los
retrovisores por que te has hecho como por arte de magia más ancho, más alto,
más inmenso. Que durante el viaje de vuelta revivas con más intensidad esos
lances, que expliques en casa lo bueno que eres aunque te miren con una cara de
póker como diciéndose los demás para dentro “no será pa tanto”.
Incluso esos días
duran más de la cuenta y te pones a montar como un desesperado aquellas moscas
que te llevaron a la gloria, como si funcionaran siempre, sin pensar que otras
veces ya las has usado y casi te vas bolo.
Luego bajas al suelo
y en la próxima salida todo es de otra manera, aunque eso haga que existan las
buenas jornadas. Pero eso será otra historia.
Un saludo y benditos
días buenos.